
Adora la imagen de tu dios, sea quien sea.
A medida que te purifiques podrás cantar sus nombres y orar dulcemente.
Con el paso del tiempo te refugiarás en el templo interior de tu mente corazón para adorarlo.
Cuando tu devoción sea perfecta abandonarás tu conocimiento en el amor y descubrirás que en ese amor Dios esperaba por ti.
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