jueves, 10 de febrero de 2011

Sé amigable

Sé amigable

Sé amigable, modula tu voz.

Habla dulcemente, sonríe siempre, desde el corazón.

Mira con ternura a los ojos cuando hablas o escuchas. La comunicación mediante la mirada es esencial.

Sé benévolo con el feliz, y compasivo con el que sufre.

Apártate de los necios y viciosos, acércate a los hombres ejemplares y virtuosos.

No critiques nunca, no busques defectos en los demás.

Sé humilde y obsérvate. Acepta, di perdón y gracias.

No quieras cambiar el mundo, cambia tú mismo.

La práctica espiritual comienza al querer ser mejor.

La perfección sólo se alcanza a través de la realización del alma. Que esa sea tu mayor aspiración.

Mantén limpieza interior y exterior.

Tu cuerpo es la casa donde habita tu Alma. Tu Alma es divina. Una divinidad es merecedora de un palacio y un templo. Haz de tu cuerpo un lugar de ensueños, así podrá Dios irradiar en ti.

Aliméntate, ejercítate y descansa adecuadamente.

Sé estricto en tus prácticas, pero resérvate un espacio para la diversión. Juega con los niños y hazte como ellos.

Canta, baila y desarrolla las bellas artes.

Aprende de los libros sagrados y aprende de la vida.

Ve a Dios en todo y en todos.

Sé austero, disciplinado y de vez en cuando haz algún sacrificio (sacro oficio).

No te desbordes, se continente, el centro es el lugar más seguro. Regala algo, no acumules innecesariamente. Debes distribuir y retribuir las riquezas que la vida te ofrece. Procura enriquecer material y espiritualmente a la humanidad, entonces tu vida tendrá valor, vivirás por siempre.

Sirve, inclínate en reverencia a todos. Imagina que tu Maestro, está presente.

Dedica cada día unos minutos a la reflexión en soledad.

Atiende la respiración, observa tu pensamiento.

Formula un diálogo interior con Dios. Pídele asistencia y orientación, porque Él responde siempre.

Él sabrá darte con Amor divino lo que necesitas en este momento. Recuerda que todo pasa y que Dios nunca te abandona. Reza, reza, y reza, repite el nombre de Dios: el que más te guste, porque Él se llama como tú lo nombres.

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